Hace meses estaba en un trabajo donde en repetidas ocasiones me pregunté si lo que estaba haciendo generaba realmente algún impacto o no. Era un trabajo enfocado en números, en metas fijas, sin mucha preocupación por el usuario final. El trabajo en equipo no era relevante, y lo importante al final del día no era si el cliente disfrutaba de tu solución, ni si esta lo ayudaba en su negocio, sino que aquella solución fallara transaccionalmente lo menos posible.
Sentía que lo que hacía no contribuía al mundo de ninguna manera tangible, que lo único que importaba -de mí y de mi equipo- eran las habilidades técnicas, como si fuéramos partes de un engranaje menor, y no del motor. Rescataba de mis otras experiencias laborales el concepto de las personas como construcciones y las responsables de que la magia ocurra, y me conformaba con hacer lo que más podía para que mi equipo tuviese esa sinergia y pensamiento.
Sabía que no pertenecía allí, pero tampoco sabía exactamente dónde buscar ni hacia dónde ir, hasta que un día me contactó una persona reclutadora de Thoughtworks.
Se notó inmediatamente la diferencia: había leído mi perfil completo de LinkedIn, me hablaba de toda mi experiencia y por qué me consideraba valiosa, como si se hubiera enfocado en conocerme antes de ese primer contacto. Era evidente que, a diferencia de las miles de empresas que promueven el método de “copiar y pegar” sus mensajes de reclutamiento, Thoughtworks se tomaba el tiempo para conocer lo más posible a una potencial candidata, incluso antes de acercarse.
El simple -pero para nada insignificante- hecho de haberse tomado ese tiempo, generó más confianza y proximidad de lo que yo esperaría en un proceso de reclutamiento tradicional, dado el patrón común al que nos acostumbramos en mi país, y sobre todo a cómo se desarrolla este proceso en la industria de TI. Como resultado de no haber sido tratada como una persona genérica y recipiente de mensajes genéricos, pude ver no sólo al equipo reclutador, sino también a Thoughtworks como personas, con las cuales pude compartir muchísimo más de lo que me hace humana, en lugar de limitarme a compartir mis habilidades técnicas, títulos y experiencias laborales previas.
La semilla que plantaron en mí crecía a medida de que avanzaba el proceso y con el tiempo floreció en confianza en la misma empresa, ya que, me mostró que está llena de personas consecuentes con la imagen que proyecta Thoughtworks hacia el mundo. Es fácil decirle a un/a candidato/a que la empresa es de una forma y hacer que suene como un lugar idílico, otra cosa totalmente distinta, es mostrárselo de forma palpable. Thoughtworks no me dijo: “¡Te encantaría trabajar con nosotros!”, sino que me lo hicieron sentir en el proceso de conocerles, que no había ningún otro lugar al cual quisiera pertenecer.
Si bien, el proceso de entrevistas es extenso y arduo, tiene muchísimo sentido. Cada una de las instancias en las que me entrevistaron fue una experiencia única, segura, respetuosa y llena de aprendizajes. ¿Aprender en una entrevista? Sí, se puede, y se siente genial.
Cada sesión para conocerte tiene un enfoque, y en cada caso, es para entender en profundidad una parte de ti. Desde las entrevistas más técnicas, hasta las más personales y culturales, absolutamente todas son realizadas por personas con las cuales podrías trabajar codo a codo en un proyecto. Thoughtworkers de distintas áreas y especialidades se dedican una hora a saber más sobre quién eres, y no sólo eso, sino a mostrarte una parte de ellos también, a dejarte saber quiénes son y por qué aman formar parte de la cultura de la organización.
Aunque todas las personas sintamos de forma distinta cada vivencia, es muy reconfortante saber que existen espacios en donde un proceso de tanto estrés -y donde se supone existan relaciones asimétricas entre las personas- pueda a la vez ser un lugar donde ser vulnerable es una opción válida y segura. En donde elegir ser tú mismo/a sea visto como un valor y acto de valentía, y no como una debilidad. Si hay algo que aprendí, es que para Thoughtworks tu autenticidad durante todo el proceso es clave.
Lo que más me marcó de esta experiencia no fueron los beneficios que incluía la oferta, ni las herramientas de trabajo, ni las instalaciones de la oficina, sino las personas que conocí en el camino. Recuerdo que en una de mis entrevistas técnicas al estar finalizando la sesión, le pregunté a mi entrevistador qué era lo que más amaba de trabajar para Thoughtworks, su respuesta fue casi inmediata: “Desde que trabajo acá, no sólo soy mejor programador, sino también mejor persona”. Ese momento fue clave y revelador para mí: es este el lugar donde quien he sido no es lo determinante, sino quien puedo y quiero llegar a ser.
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