Cuando los equipos adoptan el concepto de micro frontends disponen de un número de patrones para integrar los micro frontends individuales en una aplicación. Como siempre, también existen anti-patrones. Uno común en este caso, es la integración de front-end a través de artefacto. Para cada micro frontend se construye un artefacto, normalmente un paquete NPM, que se sube a un repositorio. Un paso posterior, a veces en un flujo de construcción distinto, combina los paquetes individuales en un paquete final que contiene todos los micro frontends. Desde una perspectiva puramente técnica esta integración en tiempo de construcción da lugar a una aplicación funcional. Sin embargo, la integración a través de artefacto implica que, por cada cambio, el artefacto completo tiene que volverse a construir, lo que lleva tiempo y, muy probablemente, impacte negativamente en la experiencia de la persona desarrolladora. Lo que es peor, esta forma de integrar frontends también introduce dependencias directas entre los micro frontends en tiempo de construcción y, por tanto, provoca un mayor sobrecoste de coordinación.