En las últimas décadas, cada vez es más y más palpable que el rol de las corporaciones y su impacto en la sociedad y el medio ambiente, es crucial. Se habla mucho de la Responsabilidad Social Corporativa (RSC), y de cómo el asumir los principios más avanzados de este concepto, al incorporar a la filosofía, la estructura y todo los procesos de la empresa ha pasado de ser una opción estratégica, motivada más por necesidades de cumplimiento de la legislación, para ser, en mi opinión, un compromiso necesario, apremiante y obligatorio.
Una buena parte de las empresas han entendido la RSC como una moda a la que había que sumarse, una cuestión más reputacional, de marketing que de verdadero cambio filosófico y estructural. Algo así como comprarse un coche eléctrico “para contaminar menos” pero seguir viajando los mismos kilómetros en avión.
En Thoughtworks, creemos fervientemente que las organizaciones deben ir más allá, para identificar qué significa responsabilidad corporativa en términos reales. Tenemos que entender el potencial impacto de nuestras acciones y estrategia de negocio, y en nuestro caso, con el uso de la tecnología buscar oportunidades con diseño empático, innovación justa y opciones tecnológicas responsables.
El primer paso para conseguir una RSC que vaya más allá de solo un truco publicitario, es el cambio en la cultura interna de la organización: la satisfacción, motivación y creatividad son mayores cuando la organización te tiene en cuenta como persona (no solo como un ‘recurso’) y a ello se suma que la propia organización y toda su cadena de valor están orientados por un compromiso ético.
Alcanzar esta cultura o clima interno positivo, saludable, motivador ya parece razón suficiente para decantarse por el cambio. Esto podría ser opcional, pero si entendemos a nuestra empresa como un organismo interdependiente, integrado en un ecosistema global y ético, comprenderemos que nuestro bienestar y calidad de vida no nos permiten optar, nos obligan a tomar decisiones en una dirección concreta.
La cultura interna de la empresa es un elemento fundamental de las empresas con propósito. Los empleados y empleadas deben tener amplia responsabilidad, de tal modo que las decisiones se puedan tomar donde surja el problema. Más y más empresas y empleados sienten en sus corazones que no quieren trabajar para hacerse ricos, sino que quieren que su trabajo sirva para devolver algo a la sociedad y así poner su granito de arena. Esto no es ya sólo un sentimiento altruista, quizás limitado a mecenas o privilegiados en la sociedad, sino es más una necesidad profunda que muchos de nosotras y nosotros sentimos que debemos realizar.
Otro aspecto o beneficio a tener en cuenta, que quizás pasa más desapercibido, es la estrecha colaboración y sinergias que surgen cuando dos organizaciones responsables colaboran. Esto se ha puesto de manifiesto en nuestra estrecha colaboración con Holaluz.
Holaluz lidera la transformación del sector energético español desde hace más de diez años, gracias a su propuesta de valor basada en tres pilares: energía 100% verde, ahorro gracias al uso intensivo de la tecnología, y poner al cliente en el centro de las decisiones. Todo esto, ha contribuído a que Holaluz fuera la primera eléctrica europea en recibir la certificación BCorp, un sello cuyo objetivo es dar visibilidad a compañías que, más allá de generar ganancias económicas, innovan para maximizar su impacto positivo en las personas trabajadoras, en las comunidades donde operan y en el medio ambiente.
La tecnológica de energía verde cuenta además con otras iniciativas orientadas a impulsar su propósito de compañía en las que destacan la implementación de una Política ASG y un ambicioso plan de acción para el período 2021-2023 que cuenta con objetivos estratégicos vinculados a la mitigación del cambio climático, la diversidad y el empoderamiento de la mujer, la excelencia en la experiencia del cliente, entre otras cosas.
Equipos de Holaluz y Thoughtworks España
En nuestro primer contacto, era palpable la alineación de cultura, principios, diversidad y compromiso social de las dos organizaciones. En Thoughtworks se centran en tener un impacto en la sociedad a través de la tecnología, en Holaluz a través de la energía verde. Dos métodos diferentes pero con algo en común, una esperanza y determinación de que podemos contribuir positivamente a través de nuestra principal actividad de negocio.
Holaluz nos acogió desde el primer día con los brazos abiertos, como si fuésemos uno más de la familia. Apreciando la contribución individual de cada Thoughtworker y abriendo sus puertas de todo su mundo, sin confiarnos estrictamente en el área técnica. Todo esto ha creado un ambiente de colaboración muy rico y efectivo, donde cada día todos aprendemos los unos de los otros. La alineación de culturas y el emphasis de propósito social que las dos organizaciones tienen, sin duda ha sido un componente primordial que ha facilitado la integración, la colaboración estrecha, la comunicación fluida y honesta, la empatía, el interés por cada uno y la apreciación de nuestras diferencias.
Estamos abriendo avenidas interesantes que van más allá del desarrollo de software, sistemas e infraestructura. Por ejemplo, recientemente en Thoughtworks, parte de nuestras propuestas Greentech, lanzamos una aplicación para visualizar y optimizar el impacto ambiental de emisiones de CO2 relacionadas con computación en la nube. Holaluz la ha implementado para monitorizar sus emisiones, y conjuntamente evaluar acciones que reduzcan el impacto.
Esta, y muchas más son las razones por las que tiene sentido el ser una compañía responsable. Asumir compromisos y modificar conductas, estrategias, objetivos que favorezcan el bienestar de quienes nos rodean y del conjunto del planeta resulta algo apremiante. No es ya un ‘nice to have’ sino un elemento fundamental para evitar el precipicio. Organizaciones como Thoughtworks y Holaluz son la prueba viviente de que la responsabilidad corporativa es factible y tiene sentido desde un punto de vista ético, y desde un punto de vista puramente de negocio. No podemos dejar los problemas socioeconómicos y medioambientales a los gobiernos e instituciones, la empresa privada tiene que ser parte de la solución. De hecho, a mi entender, la empresa privada en muchos sentidos está mejor posicionada y tiene una capacidad de impacto más rápida que las instituciones. Por ello el mensaje de esperanza es: ¡La solución está en nuestras manos, vayamos a por ello!
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