Idealmente, el pipeline de despliegue y el código que se despliega deben ser propiedad del mismo equipo, especialmente cuando los equipos practican DevOps. Desafortunadamente, todavía vemos organizaciones donde existe una propiedad separada del código y del pipeline , donde este último pertenece al equipo de infraestructura. Esto se traduce en lentitud para aplicar cambios, en la existencia de barreras para las mejoras y en una falta de apropiación por parte del equipo de desarrollo, con menor involucramiento en los despliegues. Una causa de esto puede ser claramente el tener equipos separados; otra puede ser el deseo de conservar procesos y roles que funcionen como controladores y guardianes. Aunque puede haber razones legítimas para usar este enfoque (por ejemplo, por control regulatorio), en general encontramos que es doloroso e inútil.